lunes, 16 de mayo de 2011

Yo describiria a la vida como un caballo, a las personas como un jinete y al verbo "vivir" como "montar". Hay caballos de todos tipos, y de todas las personalidades. Pueden ser traviesos, aventureros, cariñosos, vagos, perezosos.. Pero en el fondo todos son iguales. Puedes sacar un caballo bueno de uno malo, el problema es que también hay jinetes de todos tipos. Y yo creo que en estas ocasiones lo mejor que puedes hacer es subirte a tu caballo, echarle dos huevos y medio y sacar esa parte buena. Porque siempre la hay. Hay jinetes que no cuidarán a sus caballos, ensuciandoles con drogas, alcohol y derivados, y otros que los mimaran a más no poder. Otros, no podrán manejarlos y se los darán a otros jinetes para que los manejen, vamos que otro vivirá su vida por ellos. Elegirán su ritmo, a mi el paso me aburre el trote me hace daño y el galope lo disfruto. Vivir la vida al máximo, en otras palabras. Unos se caerán del caballo, pero volverán a subir (En este caso estuvieron muertos por dentro) y otros, los muy cobardes, se tirarán. ¿Qué no aguantas más? Te jodes, te aguantas, cojes aire y sigues. Joder.

Que ví todo negro, que pensé en saltar, que mi alma pedía a gritos salir de mi cuerpo. La razón por la que no salté probablemente es que era una cobarde que no se atrevia a quitarse la vida, o que ya estaba muerta por dentro. Que estaba saltando ya, saltando a un vacío. Estuve a punto, pero sentía que tenía que despedirme y no sabía como hacerlo, porque tenía tanto por decir todavía. Me sentía muerta, me imaginaba una lápida solitaria y que nadie lloraba. Me levantaba sin ganas de otro día pensando que ojalá fuera el último. Hasta que llegaste tú. Ahora prefiero que me robes una sonrisa a base de tus guiños o tonterias. Prefiero que se te vallan los ojos cuando me ves y que yo me ponga tan roja. Prefiero ver tu cara de alegría al saludarme y lo tonto que te pones cuando me hablas. Prefiero verte sonreir. Prefiero tus abrazos. Prefiero pensar que esta vez vamos a hacer las cosas bien. Prefiero pensar que tu también piensas en mi cuando te arropas. Prefiero pensar que no te quiero, prefiero pensar que seremos un "nosotros", sin esas etiquetas que lian todo más aún. Te prefiero a ti.

Y entonces me alejo así, viéndola asombrada, mientras sonríe. Y soy feliz. Como hace mucho tiempo que no lo era... Culpable sólo de la inscripción que ocupa toda la fachada de su casa. Y ahora ya no tengo dudas. No tengo remordimientos. No tengo pasado. Sólo tengo unas ganas enormes de volver a empezar. Y de ser feliz. Contigo. Hasta lo he escrito: " tengo ganas de ti."


No hay comentarios:

Publicar un comentario