lunes, 19 de diciembre de 2011

Y de repente un día, sin venir a cuento, empiezas a mirarlo todo de forma diferente. Empiezas a sentirte triste, así como vacía. Empiezas a verle poco sentido a las cosas y lo que empieza como una pelea tonta acaba en lágrimas y depresiones de esas de domingos por la noche, pero sumándole una buena dosis de arrepentimiento, de celos, de distancia, de no saber qué hacer y, quién sabe, puede que también una pequeña porción de crisis existencial. Puede que a veces se me olvide lo frágil que soy, puede que me haga falta una buena dosis de ilusión, de ganas y de realismo. Sobre todo de realismo.
Todo lo que sube baja y a veces hay que estar abajo para que lleguen ellas y ellos y te digan que te quieren, que las cosas se van a arreglar y que si no se arreglan, tampoco importa tanto. Y entonces todo automáticamente se empieza a arreglar, como por arte de magia. Y yo vuelvo a mi vida después de tres días raros.

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