sábado, 26 de mayo de 2012

Ella, los ojos rojos de llorar por las noches pintadísimos de negro en el autobús de las mañanas, sujetando sus ganas a la barra metálica, fluyendo por los nervios de esa ciudad lluviosa, con el sueño no tan secreto de huir. Entusiasmo en la cordura, primeriza en ser feliz, falta de costumbre. Él, don cómosepuedequerertantoaalguien, expuesto a nada, tres días a la semana, los mejores polvos de su vida entre sillones y copas de vino, aventuras en rellanos, los amorosos tirándose besos a través de la ventana cuando la espera a la salida. El día aquel que le dijo entre risas "somos cucarachas, ¿sabes por qué? porque ni un desastre nuclear puede con nosotros".
Ella, hace meses, drogándose en pisos de extranjeros con una botella en la otra mano, apagando el móvil para no mandarle mensajes estúpidos suplicando un te necesito. Heridas en la lengua de tanto mordérsela para no hacer más daño. Él, olvidando todo lo malo en cada despertar, llegando borracho y solo a casa, sentenciando "acuérdate de esta fecha porque desde hoy eres la mujer de mi vida". Y la resurreción de las dudas después de cada espera, cada dolor, cada noche en vela. Y el olvido de toda explicación cuando se mudan de estado de ánimo y recuerdan cómo era besarse por las esquinas.
 
 Lo suyo era una adicción al drama, la insatisfacción brutal de quien lo tiene todo.
 
Tuve que llevar vestido azul porque esa noche llevabas la colonia de Loewe. Seré la Penélope que te espere a la vuelta del viaje, tu paracaídas y todas esas pequeñas frases que me hacían mirarte de reojo whisky en mano en el sofá o susurrarte al oído. Que yo, como el chico de rizos que nos canta, quiero follarte hasta el alma cuando nos atechamos de un Julio que parece Octubre. Aunque con tu risa en el portal siempre es primavera. Y me muerdo la lengua sesenta veces por minuto para no resultarme demasiado tierna entre terciopelos. Te enseño todas mis versiones con el miedo de que elijas la subtitulada dejando de leer entre mis líneas. Me rindo a lo inevitable de quererte, aunque lo nuestro era improbable, impensable y la elección más inconsciente. 


Ya no tengo ni idea de los números de teléfono que he borrado. De las vidas que he destrozado. De las veces que he empezado de cero, de las lágrimas que me van erosionando esas putas ojeras que se están convirtiendo en el pan de cada día. No puedo llevar la cuenta de los momentos intensos que van dejando cicatrices. Del número de conjuntos de lencería nuevos después de cada final.
Había comprado bolígrafos nuevos para recuerdos nuevos, había apostado como nunca, aún teniéndolo todo. Dejé lo que siempre había buscado por seguir buscando cuando juré que ya lo había encontrado. Cambié de carril y me metí en dirección contraria sin darme cuenta de que iba contra una pared, de esas en las que me apoyo en el baño cuando me fallan las piernas y me convierto en odio y cataratas.

Pienso drogarme con chocolate y canciones de Ismael, seguir coleccionando motivos y encaje de colores distintos, siempre nuevos.Pintaré estos labios de rojo y un quetejodan en la frente. No voy a dejar que acabéis con la poca cordura que me queda, con las ganas de vivir que se me renuevan cada mañana. Ya sabes dónde estoy, al final de la calle. Pero el callejón se está tapiando, en menos de una semana será un callejón sin salida.
 
 Si tuviera que tatuarme algo por cada hijo de puta mi espalda sería la Capilla Sixtina.
 
 
-Soñé contigo, y ya van dos días seguidos...no voy a volver a dormir.
-¿Qué soñaste?
-Que pintábamos mi antigua habitación de rojo.
-Todos los sueños tienen su significado, tu subconsciente me quiere...y el consciente también ,pero lo niegas.¿Y el otro sueño qué?
-Demasiado tierno...
-Bueno, ya me mandarás esta noche un mensaje contándomelo...
 

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