domingo, 6 de mayo de 2012


"Mi sonrisa es lo más parecido a una puesta de sol que verás en tu vida. Soy adorable. Una muñeca. Soy preciosa. Bueno, en realidad no sé si soy tal como te digo. Pero te apuesto lo que quieras a que es así como me ves."

Para nosotras que cuanto más cabrón, más nos encanta y cuando menos nos habla más lo buscamos. Para el famoso ''te juro que no le volveré a hablar''. Porque aunque no esté con nosotras, seguimos pensando que hay oportunidades. Para ti que cuando lo estás superando siempre aparece. Para ti que todo te hace recordarle, para ti que llegaste al límite de decirle todo en la cara. Para ti que, para no mirarlo, le preguntas a tus amigas qué está haciendo. Para ti que te haces la que lo tiene superado diciendo que no vas a volver con él y cuando lo tienes a dos centímetros, no puedes decirle que no. Que no soportas que se convierta en un para ella.               


De esas veces que te paras a pensar, y te das cuenta que no has hecho más que el gilipollas, sí, el gilipollas. Te ha tenido ahí cuando ha querido, ha jugado contigo y lo sigue haciendo, pero como eres tonta tú lo sigues permitiendo. Pero piensas que algún día se dará cuenta de lo que ha perdido, ¿sabes qué? Que ya será demasiado tarde, que ya no serás esa niña tonta y estúpida que ha aguantado todo el daño que te hizo y que él no se daba cuenta de ello, que ya no valdrán sus “lo siento” ni sus “te quiero”, que le mandarás a la mierda con todo tu orgullo por delante, que dirás: BASTA, que te mereces una vida mejor y punto, que si te apetece gritar lo harás y si te apetece reír también, pero que jamás volverás a llorar por él, porque simplemente no se lo merece, no se lo merece por su indecisión y su mala intuición al elegir a la persona que estará a su lado. Simplemente porque no te eligió a ti.


 
Siempre pensé que yo era una persona fuerte. Que sabía distinguir entre los que merecen la pena y los que no. Estaba convencida de que nunca me dejaría engañar, que mi orgullo superaría todo lo que se pusiese en mi camino. Pero entonces llegaste tú, y cambiaste todo lo establecido, pisando tan fuerte que has acabado dejando huella. Pero una huella profunda, de las que no se borran por mucho que pises encima. Que tengo que ser fuerte, lo sé, que cierro los puños con fuerza y me digo a mi misma que no puedo dejar que me haga daño. Pero es que tú...simplemente te me escapas de las manos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario